Mi rostro sonríe y a mi corazón obliga traer a mis recuerdos esos días llenos de vida.
En mi han quedado el atardecer y sus luces divinas, aquel sol marchándose buscando soñar con la Luna.
Brisa salada, refrescante estrellas en el mar se reflejan me hipnotizan esperando ver el final de aquellas luces que se esconden en la mar.
Una suave lucidez mis ojos abiertos a la noche enredada entre algas de ilusión su incesante oleaje, insinuante invitación.
Las olas me tienden la mano me invitan a la intimidad de sus secretos sacude mi propia tempestad, rompe todos mis miedos.
Quiero abrazar este mar tranquilo que dure mil años este momento contigo guardare en mi pecho los tesoros que he encontrado en tu abismo y ser un poco más feliz en la ciudad en que vivo.
Mariposa navegante
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